Muchas veces creí que el sufrimiento, la limitación, me arrastraba al abismo. Viendo a otros con sonrisas aparentes y falsos triunfos, que ocultan sufrimientos mayores que el mío, y aún así luchan y se esfuerzan.
Este sufrimiento, dolor o no sé cómo se pueda llamar, es mi compañero y compañero inseparable con quien tengo que vivir, buscando ser amistoso, pacífico, paciente y tolerante, gozando los instantes maravillosos y bellos que la vida me regala.
Hoy quisiera estar muy feliz;
Gritar, cantar y reír, pero la sensibilidad humana que la vida me da, me hace sentir el dolor incomparable de una madre y un padre que sufren la privación de su hijo, de ese hijo pedazo de su corazón, carne de su carne que no está aquí.
Hoy quisiera estar muy feliz;
Bailar, jugar, recordar las maravillas de una familia unida que canta y ríe, que siempre se ayuda, que no existen barreras materiales que los separen, FUERTE como alguna vez escribí “ni los más fuertes vientos la tumban”.
Hoy quisiera estar muy feliz;
Sin mascaras, al desnudo, con los míos, como niño inocente, como joven dueño del mundo, como adulto sabedor de que efímero es el tiempo. Estaremos en esta hermosa tierra regalo de Dios cien años, y cien años son muy pocos pare desairar el amor.