Fabriqué tu recuerdo con retazos,
cansado como estaba de añoranzas.
Se me hizo insoportable tanto miembro separado,
ahora intensa caricia, mañana el abandono
y otra vez comenzar como si nada.
Hasta tu propio rostro dividido
me impedía concretar tu nombre..
Me negaba a llamarte por temor al abismo,
ese espacio de sombra y desconcierto
que se cruza entre el sueño y la ignorancia,
y tu cuerpo entre mis brazos flotaba como el humo
desarrollando ausencias en la punta de mis dedos.
¡Cómo reconocerte sin encontrar los datos,
sin saber si eres una o eres sólo una parte,
si la propia estructura de la imagen que siento
te corresponde entera o es fruto del delirio !.
¡La duda era un reguero de cenizas
que anunciaba el desolado paisaje de mi mente !.
¡Como si el contenido de aquel fuego
que nos hizo vibrar como centellas
hubiera reventado en mil luciérnagas
cuyo esplendor es la certeza de su muerte !
¡Como si mis recuerdos de cuadrícula
se alternaran de gozos y de ausencias !.
Me sentí ciego mientras te miraba,
tus palabras resbalaban por mi angustia
y tus besos, efluvios nectarinos para mi sed desesperada,
no sentían mis labios como propios.
Guardé cama de amor, emponzoñado,
convertido en veneno, enfermo de dulzura,
con diagnóstico agudo y amenaza palpable.
Altas fiebres, delirios, realidades interpuestas,
me llevaron al borde sin remedio.
No sé si ha sido el tiempo, si ha bastado el silencio,
si el hilo persistente de la vida, si la distancia,
si el horror de tanta guerra infructuosa. ¡Sabe Dios !
Lo cierto es que otro día me levanto,
dubitativo y frágil pero entero,
recompongo este cuerpo como puedo
y a manotazos accedo a la memoria.
Necesito fabricar un cuerpo
en el que el ansia se incruste de una pieza,
única medicina contra tanta dispersión
que me tuvo a las puertas del aniquilamiento.