Tal tristeza había
en sus ojos maternales,
que llorando, luego, María
pasó entre los chacales,
para vertir su agonía
frente a los despojos mortales
de el Dios que sabía
ajeno a los males.
Se postró de rodillas
mirando al sacrificado,
corría el llanto por sus mejillas
mientras decía en tono resignado,
aquí esta el mejor de las semillas
y para salvación se ha sembrado.