Te escribo sabiendo que mis palabras jamás llegaran a ti.
Me duelen y me pesan.
Me pesan como los besos que he juntado durante estos 5 meses y 16 días.
Dime qué hacer con ellos.
Son tantos!
Por las noches, miro al cielo y te busco.
Te busco en esa estrella luminosa en la cual acordamos vernos, recuerdas?
No siempre lo logro pues juegas a las escondidas tras las nubes
pero cuando te veo mando el más cálido beso que poseo y te saludo.
Me escuchas?
Quisiera pensar que si, si no, muchos me creerían loca por hablar sola.
La verdad,
me importa muy poco lo que piensen o digan
porque ese momento es solo nuestro, personal.
Me entiendes?
Que no daría por tenerte nuevamente a mi lado,
juntos de la mano,
como cuando éramos niños.
Te acuerdas cuando me llevabas en tu bici?
Y cuando me metía en tu cuarto y revisaba tus cosas privadas?
Como te enojabas!
Son tantos los recuerdos que tengo contigo…
Le estoy agradecida a D-os por haberme permitido
vivir todo eso y mucho más junto a ti.
Ahora,
me queda seguir este trecho sola y seguir escribiendo cartas al cielo
con la esperanza que quizás si me oyes.
Te extraño hermano mío…
Tu ángel de la guardia.
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