En todo te veo, hasta en la nube de los años,
hasta en el agua de la vida.
En todo tu sombra pasa como céfiro divino.
Tu corazón habita el cenit,
voy persiguiendo tu delirante huella.
Año a año te incrementas como el aire,
tiene tu pecho el país donde sueño,
permíteme enredarme en tus piernas,
donde sé que mi vida se detiene.
Alójame en tu cabello, suprema red de montes.
¡Ah, amor las estrellas te acompañan!
El ancho horizonte es tu morada, te veo
unirte a las constelaciones. Las sombras huyen
de tus ojos transparentes, pareces que cargas
dos cometas fabulosos.
¡Ah, amor en las montañas duermes!
Con pálido aliento aromas las cúspides,
eres el alba entre los picos nevados,
el viento del mundo conversa en tu boca,
abres tu flor secreta sobre lo inmenso.
¿Dónde ríe tu risa, dónde lloran tus penas?
Como todo lo enorme, tienes la tristeza
de abismos nostálgicos y de oros alegres,
conservas lo bello felizmente.
¿Dónde transitan tus lágrimas, dónde la risa sube?
Ante ti siento el amanecer en mis manos,
contigo la noche abre iluminados espejos,
te voy amando con lo poco que cosecho,
soy labrador de la tierra escasa, donde el invierno
cruza sus brazos pálidos.
Ante tu palacio construyo mi choza,
los años vendrán a visitarnos cuando el olvido
haya extendido sus garras en la tierra.
Me iré contigo elevando mis sombras
para dar paso a tu senda iluminada.