Ay mamita querida,
¡Cuánto te quiero!
Sos tan linda y
con los años
mejor se ven tus
ojos más despiertos,
que nunca.
Ahora reza menos
al santo y
sube también
la mirada,
que el cura
no dejará
la sotana, no de
momento...
Ahora no sería
el primero, ni
el último.
Mas tu con tus años,
difícilmente
que se te pueda
brindar esa oportunidad...
Sigue soñando
con la pantalla,
ahí se dan
todos tus sueños,
que siempre anhelaste
y no te animaste a
hacer propios.
Viviste más a través
de tus hijos.
¿Y dónde están ellos?
Claro, por supuesto,
cada uno haciendo
su vida, por eso,
siempre para no
sentir el síndrome
famoso del nido vacío,
llénalo este, de cuanto
cosa ames y disfrutes.
Y cada uno le pondrá
lo que quiera.
Tú lo llenaste de mucho
amor, hacia tus hijos.
Y ellos también vuelan,
tienen sus propias alas.
No quieras recortárselas,
cada vez que los ves.
Son tus miedos, y estos
son solo tuyos, no de ellos.
Mamita querida
te quiero mucho,
mas deja de vivir por
los ojos que
no sean los tuyos.