En la inmensa cosmología del actuar
las formas, modos y actitudes
dejan con frecuencia
mucho que desear.
Pocos son quienes respetan
al otro a cabalidad;
pocos los que consideran
de su igual su menester,
que saldan deudas impecablemente,
con toda puntualidad;
que respetan sin menoscabo
el tiempo de los demás,
sin transformar cínicamente
el “tardo un momentito”
en una desesperante eternidad,
con qué frecuencia
a algunos les importa un bledo
cuánto hayan hecho al otro esperar.
Poca civilidad muestran
con descaro y con frialdad
cometiendo un sinfín de abusos
creyendo que con repetir....“mil disculpas”
quedó deshecho el mal.