- NEREA -
Acudes, como todos, sin saber por qué ni cómo,
traslúcida en tus carnes sonrosadas, algodonosas,
atemorizada con blancuras y soles falsos de neón,
tan enrabietada y llorosa, desvinculada de golpe
de tu paz húmeda inflada sólo de sueños.
Pero has nacido, Nerea, a pesar de tus ojos prietos
que recelan de todos los sonidos usurpadores
y de la mano poderosa que te tienta imprecisa
conocedora de la debilidad plumífera de la vida.
Comprendes, desde tu llanto sabio que busca,
sin minúscula mácula de pecado venial,
que eres brazos y piernas, ojos, cerebro y latido,
que deseas sin saber, mas afianzas un nudillo
como ese escudo donde rayarán tus futuras uñas.
Tu madre adolescente, al cabo, te llevará a su pezón
saltando a la comba dolorida, impensable en su camisón,
reconociéndose en ti, en el gruñido voluptuoso
que mama la existencia con esa singular saña.
En ese principio, duermes extenuada, convicta,
de que el estallido de la luz te arropó,
que de noches, como antes, serás flequillo estelar,
paseo lácteo en el horizonte semblante del día,
sonrisa, al fin, la tuya, y tu aliento estrenado.
Kabalcanty©2012