Años atrás te hubiese preguntado,
tan sólo para hablarte:
“¿Qué provoca el llanto de las hojas?”,
y por lo que te llegue a conocer,
sin trepidar ni un poco,
me hubieses contestado con cierto sarcasmo:
“Pues la lluvia, ¿qué más la puede provocar?”,
y te hubiera dado la razón,
mas nunca te hice pregunta tal,
quizás, nunca te llegue a conocer.
Hoy, que no te tengo como no te tuve,
ahora, que te quise recordar con deseos de tu olvido,
llueve, es el llanto de las hojas,
y queda ver las gotas caer,
mirar con cierta tristeza,
como es aquel sollozo,
tal vez, así se siente morir,
quizás, así se siente el amor.