Con un hacha y un martillo
estaba partiendo leña
para calentar los antiguos huesos
que por siglos lo sostuvieron.
Miró desde bajo del galpón
el nogal floreciendo
en verdes serpientes naciendo.
El día lluvioso llorando su tiempo
donde se escucha lo,
que sus ojos vieron.
No pide clemencia ni piedad segura,
hizo algunas diabluras
cuando jovencito era
lo rubio de su cabello,
al igual que el trigo en la era.
La luna esa noche
alumbro su cabellera
sentado bajo el umbral
se encontraba ella,
le miró extasiado
cuando bajo la vista.
A su lado él estaba mirándole
a los ojos de esa cara rosada.
Hoy se le ve encorvada
preparando el almuerzo,
una cazuela sola entre,
las brazas del fuego.
Al contemplarla piensa........
los años ya se nos fueron