Esta tarde ha llovido
sobre tierra bien reseca
a causa de los testarudos rayos,
que día tras día,
el Sol desafiante nos entrega.
Huele a tierra mojada.
Los vahos penetran en mis entrañas
haciendo que me sienta viva,
con vida renovada,
después de la pertinaz calima
que me tenía enclaustrada.
Salí al jardín,
caminé descalza sobre hierba mojada,
se refrescó mi piel
por el grandioso astro quemada.
Gozosa recogí gotitas de fresca agua
de las hojas que pendían
del árbol de la esperanza.
Así fue bautizado
porque en su tronco lucen talladas
promesas de amores
que como fecunda savia
llenaron nuestro hogar
de cantos de dulces nanas.
Bebí del manantial
que tímidamente derramaba
un hilito del preciado líquido
que refrescó mi garganta
haciendo que me sienta reconfortada.
Como ave agradecida,
al cielo elevé la mirada,
y le di gracias por el preciado regalo
que él nos otorgaba
después de encarcelar tanto tiempo
a las algodonosas nubes
como si fuesen villanas.
Autora: Escapitina
Luisa Lestón Celorio 7-4-2012