Qué rápido pasa mi gran enemigo el tiempo
diciendo que ya vendrán buenos momentos
pero yo no los quiero buscar en el mañana
porque por esperar he conseguido casi nada.
Recuerdo de niño veía viejo a uno de veinte
y me parecían señores vividos y conscientes
estaba equivocado o quizás estoy equivocado
pues mucho de aquel niño aún no he dejado.
Con el corazón de un niño yo aprendí a vivir
creyendo que el amor está escondido por ahí
esperando el momento ideal para despertar
y unirse a mí en un acto mágico de felicidad.
Pero no es tan fácil pues ahí entra mi razón
bien madura viene a intervenir mi corazón
para decirme que la vida no es una película
y que en la vida suele resultar bien estúpida.
Aprendí mucho de todo y no tanto del amor
y aún no sé si eso al revés hubiese sido mejor
a veces siento me hubiera sentido más vivo
luego pienso que así hoy no sería el mismo.
No puedo ya recordar cada error que cometí
porque fueron muchos y pecados otros mil
pero puedo recordar cosas que no pasaron
y que todavía hoy me están atormentando.
Prefiero preocuparme por eso que hice mal
que por las oportunidades que dejé escapar
pensado iluso que siempre estarían para mí
o creyendo tonto que se volverían a repetir.
Nunca supe cómo sentirme totalmente feliz
ni con amigos ni con novia lo pude descubrir
tampoco dejé de sentirme solo aun cuando
en mis mejores ratos la felicidad he rozado.
Y si estos veinte años de viejo debo recordar
ojalá no se me ocurra ver mucho hacia atrás
porque sería ponerme en los zapatos de hoy
y tal vez reprocharme si errado ahora estoy.
El Álvaro Fiallos Ortega tiene ya veinte años
y sigue de pie aunque a veces esté agotado
y desilusionado porque pensó que la vida
pudo haber sido algo más simple y tranquila.
Hoy algunas heridas pero muchas cicatrices
que no sé como es que no llegué a rendirme
cuando hundido debí escapar para siempre
pero me quedé porque creo en cierta gente.
Creo también en mi poesía y sé que por ella
pude encontrar una forma de dejar huellas
y saber que puedo convertirme en versos
que te enamoren o que narren mis sueños.
Sé que seguiré siendo el idealista y soñador
que no cree en el destino sino solo en el hoy
y que el camino se lo construye a cada paso
en cada escalón y también en cada tropiezo.
Y aunque no crea en el mañana en mí creo
por eso mantengo la esperanza y el deseo
de saberme cada día más firme y en la lucha
pensando en el hoy pues la vida es solo una.