Huracán de estelas
De ella brotaron las palabras
Magia en el aire ardiéndose de alma.
¿Pero que cosa traes, maravillosa mujer?
Que siento aquí el edén abriéndose en mi pecho,
¡No eres sueño, no!,
Es esa alma mía en otro cuerpo.
Ella, si, ella, dócil criatura prima
La de tantas muertes,
La de tantos regresos,
Ella, la del alma mía.
No me explico, esa delicia tuya,
¿Cómo haces, para desabastecer mis ojos?
Claro, eres más viento que el viento,
Y esos ojos tuyos, un rosedal de poemas.
Ella, como decirlo,
Es del mar y del río, del alto cielo y la tierra,
Infinito, eso, algo sin tiempo,
Pero, aún más lejana,
Tanto hechizo no es de aquí,
¿De qué galaxia eres mujer?
¿Qué universo hospeda tal preciosura?
Del paraíso tal vez, no, no eres de esas,
Aunque afloran tantos vergeles de tu cuerpo,
Tus átomos son de la luz,
La luz más lejana que existe,
Y yo mirándote, bendito, si, es un regalo
Rosar mis labios con tal milagro en un beso,
Un beso inexplicable de la eternidad.