Que me lleve el aire hacia la luz,
que me lleve envuelta entre canciones
a un lugar de labios y miradas
que besen y acaricien bien mi huella.
Que me lleve por lágrimas y duelos
con ropajes de hélices y sueños,
que la luna será mi confidente
con palabras de amor y de consuelo.
Que me lleve el aire hacia el instante
en que rompa la luz de la mañana.
Que me lleve en el rayo y en el trueno
o escondida en los pliegues de la tierra.
Que me oculte entre el sol de los ocasos
con su llama muriendo en altamar,
que el abismo jamás podrá tragarme
si mi alma se siente en libertad.
Que me lleve si quiere en su amargura,
en ciclones o en lluvias torrenciales.
Que me lleve arrastrándome entre hojas,
en las tardes más tristes del otoño.
Qué me lleve humillante y enojado
a través del vacío sideral,
que mi tiempo jamás será borrado,
si se alza mi esfinge en la verdad.