Besar-te el corazón de sapo y hacer crecer una fangosidad de
plurales desencuentros que
soportamos antes
de vivir
la triste realidad llamada cuento feliz.
Te besé
Colibrí de alas calladas
besos que nos dimos antes
tenías la memoria de un viejo que olvida
-morir cada vez que se ama-
cada vez que te sueño me nace la golondrina
de un domingo con raíces negras
fundadas en cementerios de niños jugando;
desde lejos los veo
por qué no saco mi piedra
e igual que ellos, apuesto a tener tiempo
-para amarte-
sonreirte la gracia de estar vivo
ahora conmigo, aunque sea otra vida
de lejanas horas y cuerpos buscando
la luz, la luz en la cocina me obliga a
cantar para ahuyentar el dolor.
Me duele esta vértebra que te contiene
el doctor me dijo que se muere la célula
pero allá en el fondo, estás tú, en mi mesa.
Qué lindo era Florentino cuando dijo ser virgen
y se pasó la vida fornicando la soledad
de tener a todas y sufrir el vacío de ella
dónde estaba ella
ya no estoy.
Dolor...
Ah, el cuerpo sufre el amor
y se va muriendo en cada boca
en los repasos de caricias
que damos, antes de sostener en una
de ellas (una de ellas, te amó)
la vida que se nos escapa
que se nos va antes
de poder llamarla
paso
quimera
parque en lontananza
lo escuchaste
\" te perdono por hacerme escoger el infierno\"
y la olvidó.
Qué sutil paraje de derrotas
qué manera de cubrirnos las llagas
cuando creemos que después
de tantas películas
delirios de ideas
princesas perdidas
y cenas podridas en la alacena
hemos encontrado el amor.
Amor, recuéstate conmigo
y veamos terminar la tarde
detrás de la dulzura efímera
[cuatro serpientes nos miran]
de aquella flor.