Llega con los espectros de la noche
el desgarrante alarido interior
que en mi pulso provoca temblor
con su duro y severo reproche.
Acecha la negra depresión
y me persigue de cerca el espanto.
Es inútil la cobardia del llanto
así como la suplica del perdón.
Siento que el infierno me acusa
y ya no tengo religión para mentir
ni la falsedad del rezo me excusa.
La conciencia no deja vivir
cuando de lo malo se abusa
y el hombre la desea evadir.
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juan maria