Mientras el engañoso ego placeaba en mi existencia
y me seducía con el espejismo de la felicidad,
mi encadenado espíritu vivía en un oscuro letargo
esperando con amorosa paciencia su despertar.
Al fin, iluminada por no sé qué misterios de la vida,
vislumbré gozosamente otros insondables caminos
repletos de distintos significados y místicos encuentros
que estremecieron con gran poder mi esencia de amor.
Hoy vivo mi preciada libertad, sin expectativas ni ambiciones,
dejando apaciblemente que esa fuerza divina me ilumine y me conduzca,
no para no cometer errores, sino para permanecer despierta
viviendo vibrantemente cada maravilloso y mágico día.
Mis flaquezas y debilidades son parte de mi ser imperfecto
por lo que asumo que habrá más momentos de dolor
pero también otros tantos de alegría y gozo
que sin duda harán que siga recorriendo el intrincado espiral de la espiritualidad.
¡Bienvenida sea!!!