Y ahora es que te quejas...¿?
Ahora que no hay miradas perplejas,
que no hay llanto de indómita tristeza
cuando en soledad añoraba toda tu delicadeza.
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Vaya usted a saber que buscaba en la vida,
si le conocía hoy ya era un extraño.
Se tratarón algunos años y algo le alcanzó
a detectar en el carácter,
pero hubo laberintos que permanecían cerrados,
con candados colocados sin llaves que abrieran.
No, no creas que en los ojos se le declaró el alma,
estos eran más bien hondos pozos de agua
que a veces se escapaban, como si tuviesen vida propia,
a la vista de sus pupilas castañas para mirar hacia otros lugares.
Ahora, que incursiono en algo totalmente nuevo
y que tengo la razón bien clara
como para darme cuenta sin obstrucciones del sentir,
sé que todo pasa en la vida por algo
y que son aprendizajes pero de uno depende
si se decide ser un buen alumno,
a pasar el exámen de panzaso
ó quedarse a repetir para hacer extraordinarios.