Sabas

La dama de la noche y el poeta

La dama de la noche y el poeta

 

¡Dios santo!, ¿pero qué beatitud es esta?

¿Qué magnitud insita los relámpagos del viento

Hasta timbrar el alma con perfumes de ángel?.

Oh, si, claro, como darlo irresuelto,

Es ella. ¿Quién es señor?,

Ilusos, ustedes callen,

Acaso no ven tanto óleo

Tanta rosa distribuida en el aire,

Esa mariposa, sirena volando,

¡Ciegos!, ¿no la ven?,

No, ¿pero es que ella no habla?,

Pero que pobreza asoman estos hombres,

Mejor que callen, si, ¿no pueden sentirla?

Ella no habla, no, ella canta,

Toda esa luz de ella es un canto,

Oh, tiene en los ojos los cielos de los cielos

Y una bandada va volando por ella,

 Y esas manos, son un naufragio de placeres,

Esas manos tienen flores, yo me inundo en ella,

Luego esos labios que riman en su boca,

Esa alma suave, delicada y tierna

 Llamando en gracia al recinto  

De esta alma mía, y yo muriendo, si,

Es un naufragio, yo me hundo en ella.

¿Qué has visto Dios, a deshoras de esta noche

Para traer el edén en el fuego de esta estrella?

¿Acaso viste este pobre iracundo tan solo y triste?

No lo sé, pero espero tu respuesta,

Esa mujer no quiero los huesos míos,

Y esta piel, que no es la piel de ella,

Oh, si, ella dice que es mi alma,

El alma que falta a ella.