Te miro desde la apariencia
de poder ser quien deseas.
Te miro,
con el miedo de arruinarlo,
con la mano temblorosa
que gobierna mi verso.
Te miro con mi cubierta
de joven ya crecido,
de esquivo hombrecito
que juega,
a no ser niño.
La verdad,
¡es que es mentira!:
te necesito,
dentro de mis letras,
de mis pinceles,
y dentro, como quién dice ¡dentro!
Un dentro intrínseco,
que me hace llamarte madre
con el pecho inflado al pronunciarlo.
Hoy te digo,
con el tiempo que me apura
¡me encanta! :
estancarme en tu fuente
vararme en tu charquito
y perderme en tus estrellas,
¡esas que tú pariste!
Yael Boronat. 2013