De la campiña azul bajas tan fresca
en rostro traes rosa y adolescencia
bajo mi cielo es cristal tu presencia,
tu voz es dulce como de la bresca.
Ríen tus labios gotas de floresta,
tú aroma es de reciente florescencia.
En marcha holista exhibís inocencia,
llena alegría tu alegre repuesta.
Con solo oírte al alma satisface
dejas huella y, corazón es triunfante,
tu boca es como pétalo fragante.
Eres símil, crisálida que nace,
ya altiva por vivir la nueva vida,
de natural belleza relucida.
El señor de los fierros
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La vida no te dice nada, te enseña todo...