jairodelacroix

Sonata de otoño

Era Octubre.

 

Bajo un cielo teñido de gris funesto, envuelto en vanas remembranzas de melancolía, me encontraba vagando sin rumbo a través de senderos solitarios, vislumbrando horizontes de diversos matices y sembrando conciertos de hojas quebradizas a mis pies.

 

El aliento del otoño, apenas un vientecillo gentil y sensible, se deslizaba ligeramente por las calles de la ciudad, sutil y tentador en un principio para luego volverse belleza abrazadora que mueve y pinta todo paisaje a su antojo en tonos dorados y anaranjados. 

 

El sol, que una vez besó y acarició el rostro de una bella mujer sin mesura, no calienta más, pues las nubes traviesas lo han aletargado con un ejército inconmensurable.

 

La densa niebla de la mañana hechiza el aire con lamentos nostálgicos, que por momentos parecieran misteriosos, mas luego simples, como las mareas que bailan esclavizadas por la luna.

 

Las aves vuelan en todas direcciones, buscando nuevos nidos que las puedan guarecer antes que les descubra el aire gélido del futuro. Sus cantos amorosos no se habrán de escuchar mientras no estén grabados en nuestras memorias.

 

Las hojitas de oro se mecen cual si fuesen bailarinas adiestradas, para luego caer delicadamente dejando desnudos a los arboles, mas tapizando la tierra con diversos vestidos; genuino y más bello tesoro no podría haber.

 

El vago perfume de las flores marchitas ha encontrado refugio en la piel de la mujer amada, la ternura de sus pétalos quedara guardada en sus labios. No habrán de morir jamás mientras exista un jardinero que se desviva en toda estación por darles fuerza y vigor.

 

Era el tiempo para yacer aletargado al pie de los nogales abrazado a tu amante, admirar el vuelo de los chanates en parvadas, de beber el vino de cosechas pasadas para deleite propio y del amor, de bailar y correr encima de las hojas secas, de evocar los tiempos de la primavera y el verano para de nuevo sentir una calidez embriagadora dentro del pecho al sentirte todavía enamorado.

 

Ah…yacer en paz, alejado de todo temor, en presencia de tu amor. Soñar con navegar en mares de rojo y amarillo. Ver las mismas estrellas aun estando lejos. Suspirar a cada paso del ramaje seco. Romper el silencio impuesto con el chasquido de un beso travieso.

 

Mi bello otoño, sigo amando en tu regazo como hice antes…y lo seguiré haciendo. 

 

 

JAIRO DE LA CRUZ TORRES