En las aguas frías
que despeñan las montañas
vierten sus fangos, ¡oh
industrias sin llanto!
y la mar traga, lejana
se los lleva arriba.
Las olas bailan cual
ritmo lleva un bailarín
chocan y se rompen
en sí mismas donde
el mar las junta infeliz
sin encontrar su mal.
El agua espejea
el sol que brilla en su espalda
y en su vasto vientre
ahora no siente
los latidos que albergaba
ayer en la marea.
Nada queda vivo:
todo su banco de peces
al flotar los hiela
en sus aguas muertas
donde el azul oscurece
y los entrega extintos.
Mar, que ya no es mar,
que pierde su cuerpo asesinado,
sus playas cadáver,
sus bahías cráter …
Mar, que ya no eres amado,
no abras tus puertas más.
Joseph Mercier
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