Una mirada del mundo después de la época de las vanguardias históricas dualidad entre lo cambiante, lo que se mueve, se reflejaba en sus ojos destilando el color vacío y su silencio. Ella, aislado personaje del paisaje congelado de la vida cotidiana, alambique abstracto de modernidad, que se pinta de blanco disimulo de frialdad, soledad y adquisición…albores de vaciamientos de ética dando paso a su antagonista, la decadencia. El declive moral y voraz apetito de acumulación sin límites por conseguirlo, anestésico emocional hedonista que nos envuelve en su burbuja aislándonos de lo humano, se dibujaba en aquel rostro vislumbrado de tristezas, sonrisas rotas y forzadas entre capas de Max Factor cosmetic, el cual no ocultaba su culpa, la MEA CULPA, ese vino dulce-amargo, libación de acciones arrastrando a sorbiscos de su copa y al embarque del viaje tortuoso y caminos oscuros de sus entrañas, recordándole eternamente el agobio de lo que pudo ser y no fue envolviéndola en la tormenta de su culpa partiendo su mente en dos, en alucinaciones psicodélica trayendo lo oculto del pasado vergonzoso alterando y rompiendo su realidad.
“La persona que se fue no es la misma que vuelve, nunca podrá volver a serlo, es hora de pagar lo adeudado a Mammón “
Fueron las palabras rimbombantes que llenaran aquel espacio minimalista exquisito al estilo de Elleen Gray. Le hablaba su propio reflejo deforme y mórbido desde el espejo colgado, imagen de su culpa.
Aquella escena inquietante ejemplo perfecto de los cuadros de Edward Hopper perturbaba el pensamiento.