Te vi en noches serenas,
detrás del invierno que arropa la noche con frío,
Con esos grandes ojos que me miraban del otro lado del rio,
Y yo decía,
Soy ese por quien mueres,
Ámame, ámame,
Sin rencor de amar,
Te vi en un pequeño banco del parque,
Y tu sonrisa irradiaba armonía,
Escondida por arbustos.
En la sombra del olvido,
Arrullada por las copas de los arboles,
Por las mariposas que revolotean en la oscuridad,
En los abismos de la soledad,
Por el sonido de la corriente rompiendo contra puertos lejanos,
Te vi en la noche tensa,
Sobre el horizonte,
Echada con el mundo a cuestas,
Impaciente por morir en los albores de alba.
Desnuda su piel, con un azul radiante,
Azul profundo que penetra las rocas,
Y socava los bosques y las selvas.
Te vi en noches pasadas,
Como queriendo volver el mundo del revés
Con tu figura consternada por el brillo de las estrellas,
Opaca entre la niebla,
Un poco triste,
Pero tu tristeza no alivia mi alma,
Ámame, ámame,
Repetía incesante mientras aquel azul cortaba mi voz,
Muerto de deseo,
Con el corazón abierto,
Te vi en noches de niebla.