Mientras duermes
La palabra trapero, la palabra
parásito incrustado en las costillas,
la que nunca dijimos, la ignorada
como ese pantalón que ya no usamos,
la palabra que miente, la que repta
y crea sortilegios sin sentido,
aquella que embalsama el sentimiento,
la serpiente mayor de esta manzana.
La palabra libre, la que cura,
la que esperaste oír y aún esperas,
entró por tus oídos como un trueno,
pero eso fue el portazo, no el adiós ni el ya regreso,
la palabra que no nos dice nada,
aunque toda hoja siempre me habla del árbol del que vino
y cada gota de esa nieve en que durmió hasta aquel verano,
y cada flor de la más plena primavera.
Pero hay palabras mudas, que no enseñan
ni la más puta señal del corazón del que salieron,
y pueden ser puñal, venenos, horcas
o simplemente un mal desliz de la memoria.
La palabra sin fin, la que te extiendo,
no sólo por ser nuestra o buscar dueño,
no sólo por ser tú en quien he pensado,
sino por el amor de pronunciarla,
sino por la verdad que necesito que comprendas,
te quedes o te vayas de viaje tras la estrella,
te pongas a pintar, ya sea en sueños o en mi boca,
me quieras abrazar sólo una vez o bien la vida entera.
La palabra es amor, yo soy palabra,
pero tu boca necesito para que ambos,
ella y yo, y también tú, podamos ser felices,
pronunciados por tus labios, cual tu nombre
que en mi pecho yo guardo y digo alegremente,
y de eso tienes no mi orgullo ni mi reino,
sino sencillamente mi palabra, la palabra
que te dejo entre los labios mientras duermes.
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26 07 13