Hugo Emilio Ocanto

¿Por qué me abandonas? (Poema) Parte dos- Final -Nro. 368

¡Al fin! Me alegro hayas venido...

¡No, no te sorprendas y asustes!...

Esto es lo que soy yo actualmente.

No estoy quemado ni acuchillado.

Es mi alma que está destrozada.

No es para tanto, estás horrorizada

por mi aspecto.

Ya he de superar mi estado de ánimo.

Con tu presencia, me estás demostrando

la mujer que eres, realmente...

Tengo una acentuada depresión,

y mi presión unos días está casi normal,

otros es un desastre, a pesar de estar tomando medicamentos.

Tengo que hacerme un chequeo a mi  bobo,

siento muchas palpitaciones.

Hoy estoy muy abatido.

En realidad, no te esperaba tan pronto...

Toma asiento, ¿qué puedo ofrecerte para beber?

¿Solamente agua? Voy a buscarla, te acompañaré...

-- No te molestes tanto, puedo ir a buscarla yo...

--Dispone de tu casa, aún te sigue perteneciendo.

--Enrique, nada de lo que has supuesto es así.

No estoy enamorada de nadie. Tú has sido mi amor,

y a pesar de mi distanciamiento, sigues siéndolo.

No pienses mal de mí.

No tienes nada que rogarme amor...

siempre te lo he entregado, y sabes que ha sido real.

Pasa que he estado muy disgustada

por tu ausencia en la obra.

Ahora, viéndote, justifico tu ausencia.

--¿Me ves muy mal?

-- Sólo te veo como estás. Me has dicho que primero

está tu salud, y después el teatro.

He comprendido que he estado errada en las palabras

que te escribí. Como tú dices, tengo mi carácter,

y tú el tuyo. No somos el agua y el aceite.

Hemos sido dos personas con sentimientros auténticos y fogosos.

Todo lo nuestro marchaba viento en popa.

Hasta que desapareciste de escena, y eso me puso muy mal.

Eres un actor con excelentes condiciones,

y el hecho de no contar con tu presencia en la obra,

realmente me puse mal. Sólo pensé en mí,

dejando a un lado tu estado de salud,

de la que no pensé que sería de mucho cuidado.

Recién ahora, viéndote, me doy cuenta

que realmente primero debe tener prioridad tu salud.

No he dejado de amarte, sigues siendo mi hombre

en mi corazón.

Me he comportado egoístamente.

He venido a reivindicar mi actitud.

-- Quiere decir que no lo harás por piedad...

-- No, Enrique, no lo hago por piedad,

es sólo porque aún te sigo amando.

Dices que sin el teatro no podrías seguir viviendo.

Tampoco yo. Pero si me sigues amando,

también mis sentimientos son los mismos.

No he dejado de amarte, no he dejado de desearte,

si dudaste de mí, estuviste equivocado.

Nunca he pertenecido a ningún otro hombre,

desde el momento que fuiste mío.

Ningún hombre me ha conquistado,

el único has sido tú.

Te sigo amando, como siempre.

Perdona tú mi actitud, he sido una egoísta

que pensaba con los pies...

-- Silvia... entonces... ¿quieres asegurarme

que aún sigues amándome como dices?

-- Sí, Enrique, te amo como desde el primer día

que nos correspondimos en cuerpo y alma.

--Silvia, me estás ayudando a renacer...

no sabes cuánto te he necesitado...

¿qué haces amor?...

-- Me estoy desnudando... ¿acaso es la primera vez

que vas a verme desnuda?

Lo hago porque quiero hacer el amor...

¿estás dispuesto hacerlo?

-- Silvia... me estás haciendo un hermoso regalo.

Contemplar tu cuerpo desnudo...

quiero sentirme mimado como un niño...

desnúdame tú a mí... así... lentamente...

ya estamos los dos como Dios nos creó... desnudos...

¿te sigue agradando mi cuerpo?

-- Sí, Enrique, tu cuerpo, y todo lo que tienes en él...

déjame besártelo... lo extrañaba, lo deseaba,

y ahora que lo tengo todo para mí,

he de hacerte gozar... como tantas veces

hemos gozado, amor...

Déjame succionarte, por favor...

--Hazlo, es todo tuyo...ah, qué placer, Silvia...

sigue haciéndolo...

--¿No te hará mal a tu bobo corazón?

-- No, mi amor, le estás dando vida...

estaba muy apenado, y ahora... está mi sangre pulsando...

viviendo este momento que me regalas...

Mi Silvia, no me abandones nunca.

-- No, Enrique, nunca... más... he de hacerlo...

Seré tuya para siempre, dejando de lado mi divismo 

y mi egoísmo, me haces... sentir una auténtica... mujer...

-- Y tú a mí, un hombre completamente feliz, Silvia...

Acostémonos, sigue haciendo lo que hacías...

Déjame... que quiero introducírtelo...

hoy no esperaba esta... felicidad... que me estás ...otorgando...

¿qué locura es esta?...

Una locura de deseo y amor...mi vida...

Oh, Silvia... cuánto te he necesitado... así...

que me acompañaras en mi angustia y soledad...

para que me otorgues tu compañía, tus abrazos, tus besos...

Silvia... oh, Silvia... me estás enloqueciendo... de amor...

ahhhh, ahhh, ahh...

Todos los derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 27/07/2013)