El hombre se levantó de su silla
Exigió, suplicó, lloró, rogó,
No dejó nada por hacer
Quería la verdad
Nadie supo que decirle
Fue más fácil pensar que estaba loco
Nadie entendió que era su vida
La que estaba en juego
El hombre insistió
Era el día de su justificación
Lo había decidido en ese instante
Les dijo a todos, he amado
Hace tanto tiempo que ya ni es recuerdo
Nadie contestó
Gritó a todos, son mis hermanos
No lo entienden, son mis hermanos
Poco a poco lo abandonaron
El círculo de visitantes se fue raleando
Quedó él con sus dudas y sus miedos
Se negó a temblar por eso
Sabía que se estaba haciendo cargo
Toda la desdicha del mundo era suya
En ese instante
Se arrodilló, miró hacia Dios
Le pidió una señal, no la tuvo
Miró hacia el suelo, supo entonces
Supo entonces sabiamente
Nadie lloraría ya su muerte