La vida fluye
como la corriente de un río,
no hay vuelta atrás
y nos llega un destino fatal.
En la mañana caen gotas de rocio
pero la indiferencia del humano ante esto,
solo lo hace ser frio.
¿Cuando fue que a las personas idolatramos
y a nuestra madre naturaleza dejamos de lado?
Sus colores, texturas y bellezas
son las que nos sacan de la simpleza.
Aunque la vida nos den las plantas
las destruimos con un aire de superioridad,
matandonos poco a poco
y llenandonos de maldad.
El día que el ser humano comprenda
lo que al destruir esta belleza provoca,
será demasiado tarde
pues la muerte al planeta también toca.