Miré la laguna
desde la baranda
que casi tocaba la Luna.
Buscaba una rana poeta
para que le dijera un poema redondo
a la veleidosa dama
que con su donaire y gracia
me hizo su esclavo
y no fue piadosa
de mi dulce desgracia.
Las cigüeñas nadaban
como patos gigantes
con sus patas coloradas.
Acá no hay poemas ni ranas
me grito un flamenco encorvado
que no era ni blanco ni rosado...
porqué era tobiano.
Yo te escribiré un poema
de cráteres profundos
para amores contrariados
y de versos encantados
para que se los diga la rana
a la orgullosa dama...
si tu esperanza así lo demanda
me dijo la Luna
al ver mi alma desolada.
Acércate por la baranda
con tu corazón apenado
a mi entraña azul y de plata.
A veces es cicuta
el amor que nos hiere
como una saeta envenenada.
Para el daño de ese dardo
yo no tengo la pócima adecuada.
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