Cuando llega a su final la vida,
Cuando a suprema cima llegamos,
Cuando de todo nos alejamos
Y enfrentamos la rauda caída
Cuando presentimos que la muerte
Como vana sombra nos persigue,
Porque nos amenaza y consigue
Dictaminar la postrera suerte;
Es porque todo ya se ha perdido,
Es porque nuestra llama se apaga;
Llega la hora en que todo se paga:
Cuando llega ese juicio temido.
Somos en brevísimos instantes
De innumerables hechos conscientes,
Los males que quedaron pendientes
Emergen con ropajes brillantes;
Es cual si ampliásemos la mirada
Hacia el camino ya recorrido,
Vemos lo que nos ha consumido
En oportunidad ya pasada;
Es cuando todos concientizamos
Que era ilusión lo que ella escondía,
Tras del fantasma de la alegría
Sólo dolor al fin cosechamos.
Miramos la esperanza perdida
Con toda nuestra fe destrozada,
Que al consumirnos entre la nada
Sólo queda el Hálito de Vida.
Es nuestra alma, que siempre ignoramos,
Quien justifica nuestro camino,
Esa luz que nos legó el destino
Y que nunca en vida valoramos…