(A MI MADRE)
TU LIBERACIÓN
Tu liberación llegó con la muerte,
¿por qué tuvo que ser de esa manera?
Debiste esquivar el yugo que te aprisionaba
y quedarte a mi vera.
Tu liberación te hizo ausente en mi vida
qué triste se ha quedado
pues la bondad que de tu alma manaba madre mía
era tu legado.
Tu liberación llegó con la muerte
¿Por qué tuvo que ser de esa manera?
Debiste esquivar el yugo que te aprisionaba
y quedarte a mi vera.
TRAS CORTINAS DOLOSAS
Allá desde lo alto, ella se asomaba,
buscando un poquito de calor
entre los que tanto amaba,
mas tras cortinas dolosas
pronto se ocultó,
pues en su querido hogar
ya no brilla la armonía,
ya no existe el amor,
pues desde su partida,
la paz en su morada
nunca más reinó.
¡LA QUIERO!
A MI MADRE
Yo no digo la quise,
yo digo la quiero.
A pesar del mucho tiempo pasado
desde que la muerte la ha llevado,
a pesar de no tenerla a mi vera,
su rostro en mis pupilas sigue grabado,
y mi corazón la siente
como si estuvieses a mi lado.
Nunca hablo de nuestro cariño en pasado,
siempre de nuestro amor hablo en presente,
por eso nunca digo:¡La quise!,
por eso siempre digo: ¡La quiero!
Autora: escapitina
Registrado- Tomo- BAZAR DE SENTIMIENTOS
DESENGAÑO
Siempre había creído
que el amor que le profería
era verdadero,
que ni la muerte le separaría
de su amor eterno.
Tan pronto como ella se ha ido,
él con otra su lecho ocupó.
No dio tiempo a que se enfriase su cuerpo.
No dejó evaporarse su perfume.
No dejó que las paredes de su morada
la dejasen de llorar.
Y yo, siempre me había creído
que su amor hacia ella era eterno,
mas tan pronto como se ha ido,
otra ocupó su lecho.
Luisa Lestón Celorio
2011-07-06-
MI GRAN TESORO
Tras las cortinas me escondía
para que no vieses mis lágrimas.
Tú sabías de la pena
que en mi corazón ocultaba.
Tus manos y las mías, se entrelazaban,
Mientras con delicadeza me estrechabas
y yo silenciosa te respondía
con lastimera mirada.
No nos hacían falta palabras
para decirnos lo que sentíamos
en tan angustiosos momentos
pues las dos sabíamos que serían
los últimos abrazos que me darías.
Mi corazón afligido
palpitaba a ritmo acelerado.
Mi garganta, de amargor se llenaba.
Mi mente, tanto dolor no soportaba.
Sin tener con quien compartir mí pena,
día tras día, noche tras noche,
mis angustias me tragaba,
y a Dios le pedía
que sola no me dejaras,
pero si te habías de ir,
que ardua no se hiciese tu partida.
Me expresaste lo que por tu mente pasaba:
-No sufras hija mía,
que esto pronto ya se acaba.
Acariciaste mi rostro.
Jugaste con mis trenzas.
Mis manos apretabas.
Susurraste un ¡Te quiero!
y me diste las gracias.
Me dijiste muy bajito:
-Ahora te conozco, estaba equivocada
Ahora sé que tus protestas eran razonadas
Deseabas defenderme de sus malditas garras.
-Gracias hija mía,
porque nunca me has dejado abandonada.
Este es el tesoro,
que en mi piel llevo grabado.
Este es el tesoro,
que llevo muy dentro del alma.
Este es el tesoro
que ni con la muerte se acaba.
Ya que, hasta después de mi partida,
lo llevaré en mi alma.
AUTORA: Luisa Lestón Celorio
Del libro DE CORAZÓN. Editorial- Arcibel Editores