Me paso día y noche hablando de ella,
hablando de sus muchas picardías,
de tardes que hemos visto en agonía,
de noches que brillaron sin estrellas.
Sus playas, sus arenas, y mis huellas,
la forma en que mi cuerpo desvaría,
bebiendo de sus labios día a día,
su néctar embriagante de flor bella.
Para -ella- que es la dueña mis versos,
(le digo y le sostengo que estoy loco),
mas, para -ella- estos versos son poemas.
Yo soy su mundo y ella mi universo,
Y de este amor que crece poco a poco,
su dulce corazón es el emblema.