FRANK TORRES CHAMBI

LAMENTO DE NAVIDAD

Mis manos se turban inquietas
tras la agonia de este día,
Los recuerdos me atormentan
desgarrando cada trozo de mi alma.
Y mi cuerpo; infeliz, inherte,
impotente, muerto, humano.

A mi mente llega el pasado
de una noche tormentosa.

En las calles el encanto;
las luces, los colores, los adornos;
las persoonas conglomeradas
jubilosas, radiantes.

Las tiendas estan repletas,
faltan manos en los juguetes;
los adornos se han agotado,
y aún hacen falta mas regalos.
De pronto domina el silencio,
todos esperan en familia.
A lo lejos se oye un dulce coro;
"anunciemos el nacimiento de Enmanuel,
vivan los niños, reine el amor,
que la Navidad nos traiga unión"

Mientras el tiempo en mi se acaba
por la emocion de aquel momento,
una voz sutil pero divina
se impone aprisa en mis oidos...
ni las luces que al cielo le dan formas ta bonitas
o los cohetillos que resuenas por doquier y sin medida
son capaces de distraerme de tal encanto.

Acerco mis pasos sigilosos
cuidando no perder el rastro mas pequeño,
y al encontrar la fuente de tal gemido
mi corazóx se detiene.
El infarto me pudo haber matado.

Tras quince horas de descanso
despierto, intento abrir los ojos;
no puedo, no logro sentirlos...
Desesperado intento tocarme el rostro
aunque la venda me lo impide.
Una ahuja me atravieza el brazo;
un sedante, intentan tranquilisarme.

Mi corazon se encuenbra herido,
mas llorar yo ya no puedo.

Es que vi en aquel momento
el amor mas puro y verdadero;
era un niño descalso, sin abrigo alguno,
que acogia en el sus tiernos brasos
a un crío mas pequeño.
Le cantaba una canción de cuna
y guardaba en su reducido cuerpo.

No tenía como darle un gran regalo
de una tienda cara y pintoresca;
pero le obsequió una chaqueta,
la única que antes levaba él puesta.

No tenía para ofrecerle luces o adornos
ni el arbol infaltable en los hogares;
pero un muñeco sucio y viejo
era su imagen de Jesús venido.

No tenía el brindarle chocolate o vino
ni un biscocho símbolo navideño;
pero compartían el trozo de un pan seco,
talvez lo único a probar en la semana.

No tenía gran resguardo como un padre
ni la fortaleza de un hombre ya maduro;
pero estaban mas unidos que los mismos religiosos,
debieron ser hermanos, juntos y amados.

No soporte la conmoción de aquel momento,
me sentí ruín, un hombre sin entrañas;
les dí todos mis regalos,
pero aún así, no me sentí tranquilo.

Redordé entonces una conocida frace
que ahora no creo sea tan cierta:
"Ojos que no ven,
Corazón que no siente."

No pude detener mis manos;
precioné con fuerza, sin medida,
me quité la vista
por no querer ver ya mas nada.

La desesperación fue muy intensa,
mi corazon latió conmocionado.
Aceleró sin tener reparo,
y al fin acabó el tormento...


Autor:
Frank Torres Chambi
5.2