Amo ese rostro que lentamente cambia
donde su expresión ha madurado
y en su cuerpo lleva marcado
el paso del implacable tiempo…
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Amo su alma que conserva intacta y victoriosa
la alegría perenne de su espíritu alegre.
Amo su hablar, más pausado y reflexivo,
como previendo el camino para dar su mejor paseo…
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Amo el agua cantarina que matutina o vespertina
bordea el turbio camino y va saltando entre rocas
para tropezar con las piedras y muchas insistencias
que a su paso esculpidas van quedado solitarias.
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Amo del bosque en su espesura, aunque
aumentan los claro-oscuro por la necedad
que el hombre en su prisa desmedida
va causando en ultraje a ultranza sin respeto.
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Amo su rostro cálido llenito de expresiones
miles, que comparte él conmigo en testimonio
de vidas nuestras que tantico hemos compartido
a través del tiempo escurrido sin despotricar el juicio…
Amo lo que amo... le amo a él... así cambiante...
combatiente y alegre sin despotricar el juicio.
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