En estos días que vivo,
los aprovecho para hacerme
la idea constante que
siempre deberían ser así.
Mucho depende de mí, lo sé.
No soy ya el serio personaje
real de mis días.
Soy serio, sí, pero no me considero
antipático, ni un perro rabioso.
Soy, como soy, muchos opinan
que soy un cascarrabias,
otros que soy un divino...
O sea, lo opuesto a la antipatía.
Muchas veces al no tenerte
junto a mí, me transformo
en un taciturno ser.
Callado, reservado, solitario...
Mis estados de ánimos varían,
depende mucho si estás a mi lado,
o si estás lejana...
Tú eres una mujer vital,
jovial, de buen humor,
llena de vida... alegre siempre...
Tu alegría es contagiosa,
me la transmites, y eso es bueno,
para mí, por supuesto.
Tu personalidad es única.
No existen dos seres iguales
en el mundo, sí parecidos.
Te conocí en un momento muy difícil
de tu vida.
Por suerte has podido superarlo.
También yo he tenido momentos
que prefiero no recordarlos.
Todos pasamos por lo mismo,
momentos malos, buenos,
me quedo con los últimos...
Y los malos debemos bancárnoslos...
Mi alegría de tenerte
en mi vida, es un regalo de Dios.
La alegría de tenerte...
Tu existencia unida a la mía,
me convierte en el ser que soy.
Un ser con deseos de vivir...
Vivir la vida de acuerdo
a nuestros sentimientos,
que son valiosos y auténticos...
La alegría de tenerte en mi alma
y a mi lado...
Bendigo tu vida y la mía,
por ser como eres y quién eres...
Una mujer que durante mucho
tiempo ansié encontrar...
Dios te ha puesto en mi camino...
juntos andamos por él...
Tenemos, como todos, nuestros roces,
¡quién no los tiene!...
pero después llega el momento de la reconciliación,
y volvemos a la dicha
de la alegría de tenerte...
Todos los derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 30/07/2013)