Hoy, es uno de esos días en que
me acuerdo mucho de ti,
no me preguntes ¿Por qué?
Sencilla y llanamente, pienso en tí,
en todo lo que vivimos juntos,
cuantas alegrías, cuantos sufrimientos,
cuantas separaciones, cuantas vicisitudes
en el batallar del día a día.
Un día, te levantaste y decidiste
marcharte, así de simple,
(en realidad, todo en la vida es simple,
nosotros, los humanos, la hacemos más
difícil). Sólo, por el simple hecho de
decirme, que fuiste tú quien lo decidió,
y lo hiciste. ¡Ese orgullo!, que tan mal
te fue, ¿no?, lo siento, pero es a él
a quien debes de echarle la culpa,
ese orgullo que poco a poco te fue
destruyendo el alma, hasta llevarte a
ser el hombre más infeliz de la tierra.
Pero, hoy, como muchas veces,
que me levanto con nostalgia, de tí,
te recuerdo, pero no sólo vienen a mi mente,
las cosas tristes que vivimos, no!
predominan en mis recuerdos las cosas
buenas que me diste: amor, sexo, lujuria,
pasión, que han sido para mí, hechos
irrepetibles.
Si le hubieses dado algún valor a tu vida,
te hubieses dado cuenta cuantos quilates de virtudes
tenías para dar, pero destruiste ese manantial dorado
como si hubieras actuado como el agua regia.
Hoy, solamente me he levante con nostalgia de ti,
sé que no podré volver a verte,
porque dónde estás, ahora mismo,
sólo podría decirte ¡en paz descanses!