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Se me olvidó decirte
que no era virgen
y que mi sexo telúrico
se parecía al fuego,
que no hay analogía
para el terciopelo de los ojos,
que a veces me he soñado desnuda
pero ese día
vestía de blanco.
Perdóname por el olvido
de las credenciales,
pude haber puesto
un clavel en mi boca
y hubieras entendido
que no puedo ser otra.