El océano plateado, un irrumpir de olas en murmullo
El sol ofrece su luz y se refleja en las metalizadas aguas
El viento, empecinado guardián, apoderado de la costa
Impide que entre la tibia caricia de sus rayos
Presentes los baluartes, refugio de osados aventureros
Que surcan tus aguas, seducidos por leyendas mapuches
Buscando conocer lo desconocido, develar tus misterios
Sentir la espuma que se desvanece entre los dedos,
Aspirar ese aire que recorre lejanos parajes del sur
Y dejarlo ir que siga su viaje hacia el norte.
Aquí en unidad con Gaia, en la certeza de ser su hija
Viviendo una infinita soledad, al amparo de los riscos
El divino amor incondicional, me acoge, me conforta
Las rocas, los cactus, la arena, las medicinales algas.
Todos hablan el lenguaje de la eternidad, y lo entiendo