Llorar en la ducha es provocar un huracán de jabón y certezas,
un torrente de ira invisible y de penas disueltas.
Las tormentas de verano han llegado a esta casa.
Lágrimas en la ducha y soledad mojada.
Champú y sexo, anatomías compartidas.
Llorar en la ducha es descubrir que el agua no oculta la sangre apagada.
Es sentir que eres una lágrima que se hace mar.