Murialdo Chicaiza

Al CHUCHO BENITEZ

 

Desde el principio de los tiempos jugamos

sabemos que el universo juega y canta

el balón fue un mágico juguete que giró

ante tu infantil alma de artesano.

Alcanzar la meta es lo que importa

el orgasmo del gol que nos enloquece.

Solo un juego, y te vas a la esquina

a celebrarlo porque tú lo hiciste.

Esa esquina en la que te recoges

para levantar las manos al cielo

para hacer un baile, un giro de cintura

a ese Gran Jugador, al Destino.

 

Y te vas dejándonos tu último grito

que ya no fue de alegría sino de dolor:

la muerte te hacía una jugada artera

a ella le gusta jugar a las paradojas

y nos dejas la tristeza como para odiarla.

No fuiste un “negro” temido o un ladrón

fuiste un muchacho pobre que amó a los pobres

porque alcanzaste las pequeñas glorias

que dieron victoria a tu sangre, al pueblo.

En tu último juego nos enseñaste

que no hay ganadores ni perdedores

en este juego de la vida, solo almas

que palpitan, que olvidan, que aman, ciegas,

que lo verdaderamente valioso, hermano,

siempre será el juego de la vida y la alegría.