Las palabras quedan... me queda tu boca exiliada de mi olvido...-
olvidarte amor, como un breve punto final esparciendo sus sombras,
y dirás que te suspendes sobre lo extenso del papel blanco,
y te gritaré ¡Muerta! y me abrigarás con tu muerte...,
y me dejaré abrigar con el auxilio que evaporas en mis ojos,
y sentiré la lluvia, y me pensarán labios extraviados en una carta;
me pensaran como mentiras oníricas quien las sueña
posarse sobre un tumulto de palabras muertas,
re-editando un adiós, en la columna vértebral del mañana -mi vida-
Abrirás la ventana, dejarás entrar la luz,
y... dentro de mi habitáculo entrará solamente la oscuridad,
dejarás al sol encerrado en una libreta,
y en su tinta tu sangre acumulará todos los versos que marchita el corazón-
no dejaré que te deshojes como otoño,
nadie me ha dejado ahogado en la tristeza como tú,
amor,
has decidido marcharte,
has eternizado un punto en mi frente,
y... yo..., he querido dejarte un último verso en los pliegues del cielo,
posarse mi boca cayendo como un beso,
sobre la suavidad de los muertos,
allí donde siempre te beso,
por amistad, por amor, por que sí,
y que importa,
me dices adiós, te digo muerte, un punto final, te digo amor,
y que importan las definiciones,
sí te sé, como te pienso, y me piensas,
y todo esto, ya parece una tragedia del destino,
un destino que destruimos con nuestras manos de artista,
la dejamos encerrada en un cristal,
y sobre el brillo de nuestros ojos -las lentes-
olvidamos siempre el final...