RICARDO ALVAREZ

1- POR TU FRENTE - 2 AVARICIA - 3 CONSTELACIÓN

POR TU FRENTE

 

 

 

La luz del rayo había temblado...

El mar era verde silencio de ostra.

En lo astral la luna iba ejerciendo su dominio

cargando sus depósitos de farolas y

los brunos del clarín anunciaban

su melódica presencia de ocaso,

del alba recuperada llegaban tus pies de salitre.

En tu cintura

la violeta depuraba su aroma,

el caos estampó

su orden en tus caderas de primavera/

Llevabas tu cara mojada con las virtudes

nutrientes del rocío,

tus manos recogían oro del trigo y

el sol escondía

 su rubor naranja de vergüenza.

 

¡Amor!

Nada te despojó de tu blanca piel pura

ni ablandó las albinas algas de tus muslos,

tu esencia conservó sus dones y

cuando tu boca  invadió el aire

en mis pabellones de carne blanda

entraba el zumbido de la abeja.

 

El día  halló su hora de ecuación exacta

cuando tus rosados balcones

abrían su concha de pétalo curioso,

el pistilo abrumó el límite de su volumen

agrupando rojizas coronas en tu frente.

  

2- AVARICÍA - soneto

 

 

Lleva de mochila  tus miserias como estandarte

La cosecha del bien poluto arrogante atesorado

y cuando la voz de la vida te llame al estrado

Deja tu cara de avaro y ponte una máscara de semblante

 

Ve con tu repleta alma vampiro y corazón ausente,

deja tus cofres del usufructo proletario y

la inútil fantasía del orgullo propietario,

la mujer ciega tiene un pulpito limite e inclemente.

 

Entra con sigilo tus pasados marchitos de estirpe,

tu distante sesera de metal e inútil mimbre,

la patria de la tierra estéril no licua tus besos,

 

sepultará tus mentiras de átomo denso y absoluto.

Ve elevando plegarias y acopio de rezos,

no esperes en el banquillo ni un mínimo indulto.

 

 3- CONSTELACIÓN

 

 

Cruz alta de las estrellas,

del azufre y el fósforo iluminando.

La noche retratista

estampó en el lienzo azabache

del cielo nocturno

filamentos, dorados jirones

de tu cabello en contraste.

Bajo la estrella,

mirando tus besos penetrantes,

 mi sombra se dibuja, alargada y extendida

por la luna redonda embarazada.

Paseando su escarcha de espejo filoso de luz,

cortando al diamante titilante,

ahogándose en toneles de licor llovido,

con el rayo partido dividido

en la sangre y las venas,

como la tempestad de un río colérico.

¡Palpitar mío ¡

Que veloz huyen mis latidos de plata

hacia tu montaña escarpada de besos

y que profundo sonar a tambor profundo

en tu imagen de lago cuando te arrimas.

 

La fugitiva luciérnaga, condenada por eternidades

a vagar errante  la cima de tu pelo,

descendió en picada osada

a tus ojos de tierra y

tus pestañas de abanico en palmera,

  durmió un tiempo entre tus sueños,

mientras el tiempo viril se me encendía

como la constelación de la cruz alta,

los polos multiplicados

del planeta en entrega y

la osa mayor

reposaba un beso  en tu frente

sus labios de algodón.