POR TU FRENTE
La luz del rayo había temblado...
El mar era verde silencio de ostra.
En lo astral la luna iba ejerciendo su dominio
cargando sus depósitos de farolas y
los brunos del clarín anunciaban
su melódica presencia de ocaso,
del alba recuperada llegaban tus pies de salitre.
En tu cintura
la violeta depuraba su aroma,
el caos estampó
su orden en tus caderas de primavera/
Llevabas tu cara mojada con las virtudes
nutrientes del rocío,
tus manos recogían oro del trigo y
el sol escondía
su rubor naranja de vergüenza.
¡Amor!
Nada te despojó de tu blanca piel pura
ni ablandó las albinas algas de tus muslos,
tu esencia conservó sus dones y
cuando tu boca invadió el aire
en mis pabellones de carne blanda
entraba el zumbido de la abeja.
El día halló su hora de ecuación exacta
cuando tus rosados balcones
abrían su concha de pétalo curioso,
el pistilo abrumó el límite de su volumen
agrupando rojizas coronas en tu frente.
2- AVARICÍA - soneto
Lleva de mochila tus miserias como estandarte
La cosecha del bien poluto arrogante atesorado
y cuando la voz de la vida te llame al estrado
Deja tu cara de avaro y ponte una máscara de semblante
Ve con tu repleta alma vampiro y corazón ausente,
deja tus cofres del usufructo proletario y
la inútil fantasía del orgullo propietario,
la mujer ciega tiene un pulpito limite e inclemente.
Entra con sigilo tus pasados marchitos de estirpe,
tu distante sesera de metal e inútil mimbre,
la patria de la tierra estéril no licua tus besos,
sepultará tus mentiras de átomo denso y absoluto.
Ve elevando plegarias y acopio de rezos,
no esperes en el banquillo ni un mínimo indulto.
3- CONSTELACIÓN
Cruz alta de las estrellas,
del azufre y el fósforo iluminando.
La noche retratista
estampó en el lienzo azabache
del cielo nocturno
filamentos, dorados jirones
de tu cabello en contraste.
Bajo la estrella,
mirando tus besos penetrantes,
mi sombra se dibuja, alargada y extendida
por la luna redonda embarazada.
Paseando su escarcha de espejo filoso de luz,
cortando al diamante titilante,
ahogándose en toneles de licor llovido,
con el rayo partido dividido
en la sangre y las venas,
como la tempestad de un río colérico.
¡Palpitar mío ¡
Que veloz huyen mis latidos de plata
hacia tu montaña escarpada de besos
y que profundo sonar a tambor profundo
en tu imagen de lago cuando te arrimas.
La fugitiva luciérnaga, condenada por eternidades
a vagar errante la cima de tu pelo,
descendió en picada osada
a tus ojos de tierra y
tus pestañas de abanico en palmera,
durmió un tiempo entre tus sueños,
mientras el tiempo viril se me encendía
como la constelación de la cruz alta,
los polos multiplicados
del planeta en entrega y
la osa mayor
reposaba un beso en tu frente
sus labios de algodón.