HERMINSON YULE RIASCOS

PEQUÉ AL QUERERTE

 Mi único pecado es ser inocente y quererte,

quererte como jamás serás querida.

Aparté caminos y problemas para dejarte

pasar sin espinas.

Te dí espacio y tiempo para que vieras

los pasos que dieras bajo tu propia conducta,

conociéndo siempre que jugaba a tu desición.

Nunca pedí lo que no te diera, ni deseé que hicieras

mi voluntad porque no soy carcel ni grillete.

Te dí color para que fueras mariposa y sobrevolaras

mi vida, pero jamás imaginé siquiera que no pasarías

de gusano y que te aferraras a mi primavera 

asolando el vegel que para ti planté.

Mi pecado -si eso es pecar- fué ser una puerta abierta

para tu libertad, donde entrabas y salias a tu antojo

y yo me ocupé en decirte que la vida es una, sólo una,

y que esa vida para ti, fuera yo.

De tu palabra se alimentó mi alegria, y en tus ojos

navegaba mi felicidad.

Era lindo sentirte cerca, saber que estabas ahí,

anclada en mi mar, tendida en mis playas,

 junto a las caricias que decoraron la noche

y pulieron el amor.

No pretendo mujer, ser ave de mal aguero pero

sabrás con dolor que la oportunidad que dejaste pasar

o que no supiste aprobechar, te va a culpar

por irracional.

Aunque es seguro y lo sé que nadie manda

en el corazón, a él no lo culpes, como no culpo

al mio por darte aire para que volaras, y seguiré

diciendo, que mi único pecado fué quererte.