Perdonar no es olvidar, difícil realidad al aceptarla
No es manchar con palabras de espadas guerreras
Esas heridas grabadas, se olvida de cicatrizarlas
Cuánto daño inmerso tras la ofensa,
El orgullo posado en el nido, endurece al corazón
Lento, despacio, camina, lentamente el perdón caminara
El efímero dolor ha nublado la razón
Y la tristeza desbordada regirá.
El perdón arrodillado, llora, suspira, gime y lamenta
Perdona así no olvides, no mas palabras de la ofensa
Echar la furia al fuego hasta que muera
Lanzar al océano la rabia ardida
¡Eso sí que es perdonar! Sin reprochar
El rencor que mata al alma el perdón lo vivifica.
El atardecer es de cristales
Se desfragmenta con tan solo espabilar
Volverán los radiantes amaneceres
A colgarse en los recuerdos
La ira mancha, conquista al cuerpo y enfurece los sentidos
Ahogarse entre la rabia, como lanzarse al precipicio
Lanzarse con paracaídas agujereado por espinas
Entre las piedras, en lamento vaciaran las venas
La sangre llorara la ausencia de perdón.
El olor acido del rencor rechinó en los dientes
Templados como la insensible roca latiendo en el pecho
No se enmudece al amor en este hecho
Se endurece ante el llanto de los errores.
Respira, calma, suspira mirando a las estrellas
Estrellas contadas, ofensas contadas
Aun no es posible, limita el horizonte; ellas son infinitas
Jamás debería contar las faltas
¿Cuánto error se haya entre mis pasos?
Las huellas en la arena no son perfectas
He de perdonar, volviendo a vivir como si fuera ayer.