Que el beso más sencillo sea quien nos complete,
que conversen nuestros sentidos en la siesta
y la mesa quede puesta cuando el amor nos lleve
hacia el cráter de la fiebre que nos encienda.
Que el pasaje de las sensaciones nos convoque
a viajar sin orden por las sendas de la piel,
que el anochecer suelte sus palpitaciones
por todas las habitaciones de nuestro querer.
Que el aire no proyecte más que faltarnos
al amarnos descosidos de tiempo y lugar,
que se apunte a jugar en nuestras manos
hasta llevarnos donde no nos quepa más.
Que las prisas nos detengan a contemplarnos,
que sepamos absorvernos a sorbos lentos,
que mi cuerpo se haga agua entre tus labios
y el milagro se expanda más adentro.
Esencia