En una tarde de verano un joven galán se paseaba a lomos de un hermoso corcel por el Monte Castiello cuando escuchó un triste canto que salía de entre unas verdes zarzas. Inquieto por letras tan clamorosas se apeó de su montura y buscó insistentemente hasta que encontró entre los matorrales la entrada de una cueva. En ese momento recordó como desde niño había escuchado a sus mayores decir que en aquel acantilado había una cueva muy profunda donde moraban las xanas. Mientras meditaba sobre sus pensamientos seguía buscando y rebuscando a ver si salía de aquel lugar aquellas letrillas entre sollozos que había escuchado. Nada ni a nadie vio, así que de nuevo se encaminó hacia su blanco caballo que pastaba a la orilla de la empinada senda que conducía hasta la playa del Aguilar. Apenas se había subido a la grupa cuando a sus oídos llegaron de nuevo unos profundos suspiros que le encogieron el corazón, entonces decidió que no se iría de allí sin descubrir quién era la persona que tanta tristeza desplegaba.
Una y otra vez insistió en buscar y rebuscar por entre los floridos arbustos y rocas que adornaban el hermoso Monte del Castillo, al no encontrar a la apenada criatura que canturreaba mientras sollozaba con tanto desconsuelo volvió sobre sus pasos y se encamino de nuevo hacia la cueva. Se adentraba lentamente cuando a lo lejos descubrió como el centelleante Sol penetraban por un pequeño agujero iluminando aquel lugar que aparentemente parecía tan siniestro. Aparentemente, ya que lo que estaba descubriendo era algo irreal. ¡No podía ser que aquella beldad, de blanca y suave piel, de cabellos dorados que se asemejaban a los fulgurosos rayos del astro rey, fuese real.
La joven criatura limpiaba su rostro con un bonito pañuelo blanco como la espuma de las olas marinas. En su dedo lucía un dedalito de oro y sobre su regazo unas tijeritas de palta. Un bastidor de fina nácar sujetaba un paño de primorosa seda que dejaba entrever diminutas estrellas bordadas con finos hilos dorados y plateados.
El joven con delicadeza se acercó a la jovencita mientras le preguntaba:
-Preciosa criatura ¿por qué esos desconsolados lamentos? ¿Por qué esos ojitos tan hermosos como luceros derraman lagrimas tan amargas? Si bien, sobre tu delicado rostros parecen perfecto brillantes, me apena verte tan dolida.
-¡Oh caballero, qué desdichada me siento!
-Y, ¿cómo puede ser eso siendo joven y hermosa?
-De poco me sirve mi hermosura si tengo que vivir para siempre oculta en esta cueva sin poder disfrutar de este paisaje tan hermoso que me rodea, ni compartir mi vida con otras personas.
-¿Que razanos te lo impide? Pregunta muy extrañado el joven.
-Mis padres me castigaron de por vida a estar aquí enclaustrada por no haber sido cuidadosa.
-¿Tan grave fue tu error?
La joven se encogió de hombros mientras murmuraba entre dientes:
-Me han pedido que tuviese cuidado con el ovillo de hilo que me entregaron para hacer mis labores, pues les había sido muy costoso hilar los finos rayos del Sol, pues él no se dejaba fácilmente arrebatar sus preciados tesoros, y por un descuido lo perdí.
-¿No hay manera de que te perdonen, bella muchacha?
-Sí que la hay, pero es muy arriesgada.
El joven se quedó sorprendido ante comentarios tan extraños, entonces cayó en la cuenta de que debía estar en presencia de una preciosa xana, y sin más preámbulos se ofreció a ayudarla a salir de aquel lugar.
-Dime, ¿qué he de hacer para darte la libertad y dejes de sufrir para siempre este castigo tan penoso?
-Tendrás que bajarme a dar un paseo por la playa a lomos de tu caballo, pero no puedo poner ni un pie en el suelo, ni una mota de arena puede tocar mi piel.
Sin más pensarlo el galante joven la cogió en brazos y la subió sobre la grupa de su corcel y con mucho cuidado comenzó a bajar hacia la playa. Lentamente iban alcanzando el arenal cuando de momento se ocultó el Sol y una ráfaga de viento comenzó a hacer remolinos sobre este. Fue pronto el joven en cubrir con una cobija a la jovencita para librarla de que ni una mota de polvo la tocase. Así lo había conseguido, pero cuando llegaban al centro de la playa un tremendo rayo cayó sobre en arenal y de seguido un descomunal trueno retumbó entre las altas rocas. Como resultado el joven se quedó muy aturdido y soltó el ramal del caballo, a la vez el animal se alzó de patas y la joven xana se cayó de bruces.
Ante el asombro de la joven xana el corcel junto a su apuesto jinete se quedaron petrificados formando una hermosa roca a las que las gentes del lugar bautizaron con el nombre de La Peña del Caballar.
La xana salió atemorizada hacia la profunda gruta donde según cuenta la historia permanecerá bordando día tras día hasta que sus padres tengan a bien el desencantar al caballo y su jinete y que este de nuevo intente rescatarla.
Autora: ESCAPITINA_- LUISA LESTÓN CELORIO -
REGISTRADO- TOMO- MIS RELATOS (2011)
El relato está basado en la mitología asturiana.
Las xanas son una especie de hadas que les gusta enamorar a los hombres de manera engañosa.
No son brujas, pero tampoco hadas bondadosas.
Bien en los ríos, fuentes o acantilados. Salen en la noche de san Juan a danzar en las arenas de las playas.
Son de una belleza extraordinaria, también les gusta ocultarse entre la niebla para juguetear con los mozos más hermosos del lugar y atraerlo hasta sus moradas.
En este caso salvo yo añadí a la historia de la Peña Del Caballar una narración sacada de mi imaginación jugando con una de las muchas narrativas que hay sobre las Xanas.
LA XANA
Son seres de gran belleza pequeñinas de piel blanca, tienen grandes cabelleras de color dorado, y suelen estar desnudas o cubiertas con un fino velo de seda. Viven en cuevas donde nacen los manantiales o en las orillas de los ríos, y en cuevas cerca del mar.
Durante el día se dedican a tejer con hilos de oro y con peines del mismo metal arreglan su pelo. Dicen que su belleza hechiza y si un hombre la ve, nunca más la puede olvidar.
Utiliza dulces canticos para conseguir atraer algún humano. Le hechiza y le hace traer comida y cosas que ella no puede conseguir, ya que apenas puede alejarse del agua. A cambio ella le ofrece numerosas riquezas. Estos hombres se harán ricos pero nunca lograran ser felices ya que hechizados por la Xana deberán acudir cada vez ella lo quiera.