Tu dale, que yo le doy
al Silbo del dale
de Miguel Hernández
y silbando me voy
mientras el trigo se nieva
la piedra se pone mansa
el aire al molino le arrea
y lo inacabable se alcanza
y muy tierno
silbando va el cabrero
que llega el monte
donde nada se esconde
e inmóvil se queda
ante un candil de cera
que hecho lucero
va abriendo el cielo
mientras su alma
recibe la calma
y la gracia de Dios:
la inmaculada concepción
a que tú dale
que cuando yo le doy
pierdo los modales
y así estoy yo
pertenece a mi cuarto libro “Cogidas al vuelo”