Tus ojos negros de poco a poco,
me van robando el alma; es sencillo,
mi sentir se apasiona por tu brillo,
y con ello se volvió tan, pero tan loco,
que ni yo mismo reconozco lo que toco.
Ciego me desplazo y me maravillo,
mi mano se deshace al palpar tu tobillo,
mi cuerpo tiembla y lo convoco
a conquistar tu amor con locura,
sin miedo, pues lo siento tan mío,
que no hay nada que no diga: soy tuyo.
Ni ayer, ni mañana, ni hoy desvarío,
y con los días más felices construyo
día a día, el amor que se volvió mi aventura.