Te encontré… ayer, en otra vida…
Me descubriste llorando a escondidas
y enjugaste mis lágrimas con tu sonrisa…
Te perdí… hoy, en esta vida… Crucé de vereda,
fui a la estación abandonada de la vida
y subí al tren o me subieron, no sé,
sin darme cuenta de que todavía había un todavía
y por mirar tus ojos me moría.